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Teddy bear, you were my teddy bear

You were comforting and quiet

How did love become so violent?

(Martinez M, 2015)

Untitled

Quién diría que tus suaves caricias terminarían por lastimarme… - Dijo el osito Teddy después de perder casi todo su pelaje.

Es extraño como un animal tan temido, puede terminar por estar en mi habitación, ser mi peluche predilecto, generarme tanta paz, siendo tierno y suave, parece increíble que los osos puedan atacar, morder y matar.

Una vez asesinados y transformados en "peluches" animados, forman parte de un sistema completo que se vuelve el predilecto. (Haraway, 2019).

Un gesto tan enternecedor pero violento al tiempo, que se encuentra en la compra de un peluche, es de alguna forma la compra de un cadáver, cuya taxidermia termino por convertirlo en un inofensivo detalle y su propósito es asegurar mi amor, es un método para reafirmar no solo mi afecto, sino que a través de la pertenencia conjunta de un peluche, podría decir que es un elemento de control. Está en mi habitación casi siempre en mi cama, me vigila al dormir, está en mi cotidianidad y hace parte de mi intimidad, a veces parece que quien lo controla soy yo a él, que es mi pertenecía y no al revés. Es el intermediario del afecto, del recuerdo de quien amo.

Es una ternura que se produce desde las entrañas con agresividad, la suavidad al tacto, la lindura que encuentro frente a mi es tanta, que quisiera morderlo, pellizcarlo, abrazarlo con tanta fuerza, sin la intención de lastimarlo, simplemente, es tan lindo que es abrumador, aunque no desee hacerle daño y por más cariño o cautela que tenga al remendarlo, coserlo, acariciarlo o darle un abrazo. Parece mortal desde su fabricación, en la que esa suavidad se ve interrumpida por una aguja que la traspasa, unas tijeras que lo cortan y ese cuerpo mutilado que se une como un Frankenstein.

Cuando duermo con él, muchas veces termina en el suelo o aplastado por mi peso, ese afecto que desbordo hace que termine nuevamente con una aguja en su cuerpo, sin un ojo o sin pelo. Camille Henront, quien centra su trabajo desde el archivo y lo audio visual en su trabajo Grosse Fatigue (2013), me llevo no solo a reflexionar sobre como a partir de algo existente se puede generar otra sensación fuera de su contexto original, sino que también puedo experimentarlo desde lo blando y como se ve afectado, lo que al momento de la creación del oso me llevo al uso de diferentes tipos de patrones y retazos; su imperfección que no solo recuerda al constate tacto, sino también al zombie; algo que de alguna manera se niega a morir, a desaparecer, cuya manera de evitarlo es recurrir al cambio y al arreglo que es bastante evidente.

De ahí mi fascinación con su interior que se deforma con facilidad, su blando cuerpo, su adherencia, su pelaje y esos ojos que parecen estar en medio de un conflicto entre la brecha del amor y el odio, de preguntarse por qué esta a mi lado, y por qué aún siendo de mi tamaño no nos hemos dejado. Pero así es el afecto de tormentoso, egoísta y dual, lleno de dolor por mi apego, aunque lo vea sin relleno, hecho pedazos.

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